SIBILA EDITORES: CREER EN LA LITERTURA INFANTIL

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Es sabido que la industria editorial en la costa caribe colombiana es escasa, casi inexistente, y si de literatura infantil se trata es mejor no hacerse muchas ilusiones. Sin embargo, a pesar del desalentador panorama, una editorial en Barranquilla  desde hace ya algunos años ha decido creer en la literatura dirigida a los niños y la infancia.

Conocí a Sibilia Editores a finales del 2020, cuando entre el fino hilo que hay entre la desesperanza y la incertidumbre, se decía que tal vez habría vacunas contra el COVID 19.

Para esos días la editorial estaba en una especie de ‘receso forzado’ sin saber, como negocios similares, si podrían soportar hasta el final de la pandemia o algunos meses más. En la ciudad del Junior y la cerveza, poco o nada le importaría a la gente que la única editorial infantil quebrara, al fin y al cabo, la cultura en esta ciudad los organismos gubernamentales la han reducido al carnaval; si da plata hay presupuesto, si no, se joden, como los ganadores del Portafolio de Estímulos 2021.

La editorial no ha quebrado, sigue acá, luchando por la cultura. Sus textos han tenido buen recibimiento en los colegios por parte de los niños, que en fotos se les ve felices con sus libros. Por sencillo que parezca, el acto del goce con el texto, desarrollará en los peques un genuino interés por volver a acercase a un libro; los olerán, ojeará las páginas, pueden que las doblen, volverán a olerlo y después, puede que quieran llevárselo a casa. Y esa sensación, a menudo, no se las da la cultura de este rincón de Colombia.

A Sibila Editores le hace falta camino por recorrer y cosas a mejorar, pero en estos años, hasta donde han llegado pocos proyectos editoriales sobreviven.

Las colecciones que publican son tres: Letricas Dulces, Cotorra Sabia y Pulso Juvenil. En muchos de sus libros, como una rara paradoja de aquello que de cierta manera les pone en las sombras, el carnaval tiene protagonismo, en otros, los mitos y leyendas de la región toman forma. Así pues, reivindicar lo que se ha tratado de entender por cultura se convierte en un acto de resistencia.