Sin higiene, contaminados y de origen desconocido, los antojitos banqueteros tienen gran demanda.

Con el estómago vacío, los caleños desestiman los daños que pueden ocasionar en su salud el consumir alimentos preparados en la vía pública, los cuales se encuentran expuestos a toda clase de contaminación y comerlos puede tener resultados fatales.

Un pequeño puesto ambulante, ubicado en una esquina del centro de la ciudad, está rodeado de muchas personas. El letrero, ‘De rico y barato pan de bono’; resulta por demás atractivo para los transeúntes que aprovechan unos cuántos minutos de su agitada agenda para comer.

A pocos metros de distancia, agua sucia encharcada. El mal olor de las alcantarillas en ocasiones golpea el olfato con el ligero viento. Pero el ‘buñuelo y el pan-cacho’ no pierden sabor con el humo que desprenden los buses del MIO que pasan constantemente, ni tampoco por la basura regada por la calle, ni por el perro callejero que pide la clemencia de los hambrientos comensales.

Tampoco pasan por la cabeza las recomendaciones emitidas por las autoridades sanitarias del riesgo que se corre por consumir alimentos en la vía pública. Según Juan Carlos Quintero, medico general del Hospital Universitario del Valle las enfermedades a las que se expone la persona por alimentarse en precarias condiciones de higiene son múltiples, desde una simple diarrea hasta una fiebre tifoidea.

Todo este tipo de enfermedades son gastrointestinales y tienen muchos factores, como el tráfico, la tierra, el polvo; a eso le agregamos que la persona que está vendiendo los alimentos también cobra, no se lavan las manos; entonces se mezclan más bacterias de diferentes tipos, puntualizó.

También hizo especial énfasis a lo que corresponde a la presencia del rotavirus, ya que se aumentan los casos en temporada invernal y comer en la calle es un factor de riesgo para los menores de edad; quienes del mismo modo corren mayores riesgos de que su frágil cuerpo no soporte las infecciones son los ancianos.