¿Y la Cali Cívica?

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Hubo una época, grande y gloriosa, en la que Cali era Cali y lo demás era loma.

Y esto no era simplemente una frase bonita del Grupo Niche, sino una realidad palpable. Era la ciudad cívica de Colombia, modelo de desarrollo urbano, de comportamiento solidario.

Los caleños fueron los primeros en hacer cola para subirse a los buses. Todos en Colombia sentían envidia de la buena por lo que era Santiago de Cali; la Sucursal del Cielo, alegre, pujante, moderna, deportiva, joven y rumbera.

¿Qué habrá pasado con la ciudad? La crisis de valores y ausencia de ética en la sociedad, la falta de respeto de los niños y jóvenes se apoderó de la ciudad. Falta disciplina, solidaridad y retornar a las buenas costumbres.

 

Expresiones como ‘buenos días’, ‘permiso’ y ‘siga usted’ ya no se escuchan. Las nuevas generaciones andan como las mulas: mirando para el frente sin nada por considerar.

Las normas de educación y cortesía parece que se hubieran extinguido. La sociedad, al pasar los años, ha perdido la amabilidad y los buenos modales. No es una cuestión de estratos, comunas, edades, géneros o formación académica; para qué tanta preparación académica sino somos capaces de un buen día por lo menos, si cuando estamos en almuerzo no sabemos comportarnos en la mesa, sino soltamos los aparatos tecnológicos para compartir como humanos mínimamente decentes. ¿De qué sirve?

Tal parece que los afanes y estrés de la actual sociedad suscita individuos sin modales. ¿Y si retomamos las normas de urbanidad que en tiempos pasados se plasmaron en el Manual de Carreño e hicieron de Santiago de Cali una ciudad modelo?